1954: Un científico creó un tanque para «apagar» la realidad. Permaneció en él 48 horas con: – Sin luz – Sin sonido – Sin gravedad ¿Qué descubrió? La CIA lo clasificó como «demasiado peligroso para la humanidad»
Ese científico era el Dr. John C. Lilly. Fue pionero en la investigación del potencial de la mente y creía que podíamos acceder a niveles superiores de conciencia. Así que construyó un extraño dispositivo para probar sus teorías: «El tanque de privación sensorial». Pero no tenía idea de lo que vendría después…

En el tanque, Lilly estaba suspendido en flotación en agua salada a temperatura corporal con total oscuridad. Sin sensaciones. Ningún ruido. Sólo sus pensamientos. Lo que experimentó iba más allá de cualquier cosa que la ciencia pudiera explicar. Su mente parecía expandirse hacia el exterior, como si abandonara su cuerpo. Lo llamó «la provincia de la Mente».
Las horas pasaban, pero el tiempo se sentía… diferente. Lilly notó que su mente iba a la deriva, sin ataduras de tiempo o espacio. Describió una sensación de inmensidad, una conexión cósmica. Era como si los límites del «yo» se disolvieran, dejando la conciencia pura. Entonces ocurrió algo inesperado. La CIA se enteró de su trabajo. ¿Por qué? Creían que si la conciencia podía ser alterada, podía ser «armada». Financiaron discretamente su investigación, viendo una oportunidad para moldear las mentes. Pero no estaban interesados en la paz, querían el control.
Pero el Dr. Lilly quería ir más allá. Para comprender la verdadera naturaleza de la conciencia, empezó a combinar el aislamiento sensorial con psicodélicos. Estaba convencido de que estos estados alterados podrían desbloquear el potencial oculto en todos nosotros. Los resultados fueron impactantes.
Dentro del tanque, experimentó «conciencia cósmica». Podía acceder a diferentes dimensiones y hablar con diferentes especies. Sentía que su mente se extendía más allá de los límites físicos, entrando en lo que llamaba «la mente universal».
El tanque de privación sensorial se convirtió en una «puerta de entrada». Inspiró nuevos campos de estudio: el sueño lúcido, la proyección astral y la expansión mental. Los descubrimientos de Lilly atrajeron tanto a admiradores como a escépticos. Pero la pregunta seguía siendo: ¿Podría la gente corriente aprovechar este poder? Joe Rogan dice:
Lilly se dio cuenta de que alterar la conciencia no era sólo cosa de científicos. Cualquiera dispuesto a enfrentarse a su yo interior podía experimentar avances. 50 años después, ahora utilizamos el tanque para terapia, autodescubrimiento e incluso para explorar la naturaleza de la propia realidad. Pero eso conllevaba riesgos…
Los sujetos informaron de un extraño fenómeno: una *sensación de renacimiento*. Algunos dijeron que se enfrentaron a partes de sí mismos que habían enterrado hacía tiempo. Otros tuvieron visiones que les cambiaron para siempre, enfrentándose a miedos, traumas y deseos.

La neurociencia confirma que los tanques de aislamiento crean – Estado Theta – Neuroplasticidad mejorada – Acceso profundo a la conciencia Para Lilly, el tanque no tenía que ver con el aislamiento, sino con algo más: Mis 3 conclusiones sobre lo que significa para mí y cómo cambia nuestra comprensión de nuestras mentes:
1. *La mente tiene un potencial sin explotar El viaje de Lilly nos muestra que nuestra conciencia es mucho más amplia de lo que creemos. La exploración de los estados internos libera la creatividad, la claridad y las percepciones que van más allá de la conciencia cotidiana. La mayoría de nosotros sólo arañamos la superficie del poder de nuestra mente.
2. *El verdadero crecimiento requiere autorreflexión*. El aislamiento sensorial descubre partes ignoradas de nosotros. El trabajo de Lilly demuestra que el crecimiento requiere autorreflexión, enfrentarse a los miedos y aceptarse a uno mismo. Mediante tanques o meditación, la soledad nos beneficia a todos.
3. *La conexión empieza en el interior En un mundo que persigue la aprobación, Lilly descubrió que la paz y la conexión verdaderas empiezan abrazando primero nuestra propia mente. Alinéate contigo mismo y conecta con los demás de forma genuina. El viaje interior conduce a una vida más rica y conectada.
John C. Lilly es una de las figuras más interesantes de la subcultura psicodélica, un verdadero explorador de la profundidad de la mente, la cual halló infinita, entrecruzándose con el universo mismo. A Lilly le debemos la popularidad de los tanques de privación sensorial que hoy en día son tan usados en la cultura del bienestar en sofisticados spas para ejecutivos. Lilly no los usaba para cuestiones cosméticas: los usaba como proxys para navegar al hiperespacio, flotando sin estímulos del exterior, observando su propia mente tomando fuertes dosis de LSD y ketamina (una droga cuya popularidad también le debemos a quien fuera apodado simplemente «The Scientist»). En su experimentación, este científico de la mente notó que nuestro cerebro era una biocomputadora y como tal tenía una serie de programas: genéticos, culturales, sociales, habituales, los cuales se repiten manteniéndonos atrapados en un circuito de sufrimiento e incapacidad de realizar el programa del ser superior; sin embargo, podían ser removidos buceando en la oscuridad del cosmos donde yacen los programas iniciales que escribió el Hacedor de Estrellas, como Lilly llamaba también al Programador del Universo. Aunque esta disciplina de meditar horas en un tanque observando la naturaleza de la mente inyectándose drogas psicodélicas en un mar-muerto de los sentidos no parece ser una disciplina científica, Lilly, formado científicamente como psiquiatra, la abordó en la medida de lo posible como un experimento científico en el que él era el experimentador, el sujeto y el experimento mismo. Los resultados oscilaron entre experiencias de iluminación o samadhi y serios momentos de disociación y demencia.

Como los antiguos exploradores de cuyas misiones semifallidas se nutrieron otros exploradores que la historia favorecería, Lilly es un referente trazando el mapa psiconáutico que las siguientes generaciones podrán utilizar. En sus momentos de incursión más profunda Lilly se encontró con lo que llamó el Centro del Ciclón, el ojo de la eternidad:
El centro del ciclón es ese centro quieto de baja presión en el que uno puede vivir, literalmente, para siempre. Justo afuera de este Centro yace la tormenta rotatoria de nuestro ego, compitiendo con otros egos en una furiosa danza circular de alta velocidad. Cuando uno se aleja del centro, el alarido del viento en rotación ensordece más y más hasta que te unes con la danza. El ser centrado sintiente-pensante de uno, nuestros satoris, están sólo en el centro, no afuera. Los estados motivados, empujados y jaloneados, los infiernos autocreados, están afuera del centro. En el centro del ciclón uno se desprende del Karma, de la vida, alzándose para unirse con los Creadores del Universo, nuestros Creadores. Aquí descubrimos que nosotros los hemos creado a Ellos que son Nosotros.
El doctor Lilly describe los patrones de repetición con los que la biocomputadora está programada y los cuales nos retienen en un nivel de realidad más bajo.
Lilly dice haber encontrado llaves para abrir las puertas de la prisión presente y descubrir que somos seres multidimensionales «con múltiples niveles de inteligencia» que en este momento «nos estamos comunicando con otros seres en realidades que no percibimos directamente en nuestro estado actual». El ser humano permanece en el tiempo «repitiendo patrones en un circuito ciclado», como si estuviese corriendo las cintas de una grabación en tres niveles, nuestras acciones, sentimientos y pensamientos, repitiéndose en círculos. Esta es la forma en la que «evitas lograr tus metas, repitiendo patrones… con la seguridad de lo familiar, la seguridad de las viejas grabaciones». Debemos «abrir los loops hacia el infinito, hacerlos elípticos e hiperbólicos, hacerlos tan grandes que en esta vida no se repitan… espirales infinitas».