En medio de presiones cruzadas, la presidenta Claudia Sheinbaum ha encontrado un respiro inesperado: las prórrogas diplomáticas que Donald Trump le ha concedido desde Washington. La entrega de 26 reos ligados a cárteles —incluyendo figuras del CJNG, Sinaloa y Los Zetas— no es solo un gesto judicial; es una moneda de cambio que estabiliza momentáneamente la narrativa de gobernabilidad en México.
Trump, con su estilo transaccional, ha evitado imponer aranceles y ha frenado operaciones militares unilaterales en suelo mexicano. A cambio, Sheinbaum ha cedido en extradiciones clave, lo que le permite mostrar firmeza sin confrontación directa. Este equilibrio precario le da tiempo: tiempo para consolidar su gabinete, para negociar con la Corte, y para evitar que la violencia escale en momentos críticos.
Pero el aire que se gana con concesiones no es oxígeno permanente. La estabilidad que hoy se celebra podría volverse dependencia mañana. Y en ese juego, Trump siempre cobra.

Cartón Editorial. Paco Baca.
