Anthony Zurcher Corresponsal en América del Norte
Reporte desde Washington DC
¿Qué pasa cuando la persona más rica y el político más poderoso tienen una pelea de derribo y arrastre?
El mundo puede estar a punto de descubrirlo.
Un desacuerdo entre Elon Musk y Donald Trump comenzó a fuego lento la semana pasada, comenzó a burbujear el miércoles y ahora está en plena ebullición. Y como todo lo que hacen estos dos hombres, la implosión de sus relaciones está saliendo a la luz pública. Trump y Musk tienen dos de los megáfonos más grandes del mundo, y ahora los han vuelto el uno contra el otro.
En declaraciones en la Oficina Oval el jueves por la tarde, Trump sonó un poco como un amante despreciado.
Expresó su sorpresa por las críticas de Musk a su «grande y hermosa» legislación fiscal y de gastos. Rechazó la idea de que habría perdido las elecciones presidenciales del año pasado sin los cientos de millones de dólares de apoyo de Musk. Y dijo que Musk solo estaba cambiando su tono ahora porque su compañía automotriz, Tesla, se verá afectada por el impulso republicano para poner fin a los créditos fiscales para vehículos eléctricos.
Musk acudió a su red social, X, con una respuesta muy de la Generación X para sus 220 millones de seguidores: «Lo que sea». Dijo que no le importaban los subsidios a los automóviles, quería reducir la deuda nacional, que según él es una amenaza existencial para la nación. Insistió en que los demócratas habrían prevalecido en las elecciones del año pasado sin su ayuda. «Qué ingratitud», le dijo a Trump.
El multimillonario lanzó una serie de ataques extraordinarios a lo largo de la tarde, incluyendo sugerir sin pruebas que Trump aparece en archivos inéditos relacionados con el difunto delincuente sexual Jeffrey Epstein. La Casa Blanca desestimó ese último comentario como un «episodio desafortunado de Elon».
Musk y Trump habían formado una alianza poderosa pero improbable, que culminó con el multimillonario tecnológico teniendo una posición clave de autoridad para recortar el presupuesto en la administración Trump. El Departamento de Eficiencia Gubernamental de Musk, o Doge, se convirtió en una de las historias más importantes de los primeros 100 días de Trump, ya que cerró agencias enteras y despidió a miles de trabajadores del gobierno.
Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que comenzaran las especulaciones sobre cuándo, y cómo, las dos personalidades descomunales finalmente se separarían.
Durante un tiempo, parecía que esas predicciones estaban fuera de lugar. Trump apoyó a Musk incluso cuando la popularidad de este último cayó, mientras se peleaba con funcionarios de la administración y cuando se convirtió en un lastre en varias elecciones clave a principios de este año. Cada vez que parecía que iba a haber un receso, Musk aparecía en el Despacho Oval, o en la sala del Gabinete o en el vuelo Air Force One del presidente a Mar-a-Lago.
Cuando los 130 días de Musk como «empleado especial del gobierno» terminaron la semana pasada, los dos tuvieron una despedida amistosa en la Oficina Oval, con una llave dorada de la Casa Blanca e insinuaciones de que Musk podría regresar algún día.
Es seguro decir que cualquier invitación ha sido rescindida y las cerraduras han sido cambiadas.
«Elon y yo teníamos una gran relación», dijo Trump el jueves, un comentario notable por su uso del tiempo pasado.
Se había pensado que el anuncio sorpresa de Trump el miércoles por la noche de una nueva prohibición de viajar, sanciones adicionales a Harvard y una investigación de la administración plagada de conspiraciones sobre el expresidente Joe Biden eran esfuerzos para cambiar el tema de las críticas de Musk. La Casa Blanca y sus aliados en el Congreso parecieron cuidadosos de no antagonizarlo aún más después de sus comentarios anteriores.
Entonces Trump se pronunció y… Hasta aquí todo lo dicho.
Intercambio de insultos y amenazas
Ahora la pregunta es hacia dónde va la disputa. A los republicanos del Congreso les podría resultar más difícil mantener a sus miembros detrás del proyecto de ley de Trump, ya que Musk proporciona aire retórico -y, tal vez, financiero- a quienes rompen filas.
Trump, que se enorgullece de ser un contragolpeador devastador, tendrá muchas oportunidades de enfrentarse a Musk. ¿Qué pasará con los aliados dogos de Musk que aún están en la administración Trump o con los contratos gubernamentales con empresas relacionadas con Musk o las investigaciones de la era Biden sobre los negocios de Musk?
«La forma más fácil de ahorrar dinero en nuestro presupuesto, miles y miles de millones de dólares, es poner fin a los subsidios y contratos gubernamentales de Elon», publicó Trump amenazadoramente en su propio sitio web de redes sociales.
Si Trump vuelve la maquinaria del gobierno contra Musk, el multimillonario tecnológico sentirá dolor. El precio de las acciones de Tesla se desplomó un 14% el jueves.
Pero Musk también tiene recursos casi ilimitados para responder, incluso financiando a los rivales insurgentes de los republicanos en las elecciones y primarias del próximo año. Puede que no gane una pelea contra todo el gobierno de Trump, pero podría cobrar un alto precio político.
Mientras tanto, los demócratas están al margen, preguntándose cómo responder. Pocos parecen dispuestos a dar la bienvenida a Musk, un antiguo donante de su partido, de nuevo al redil. Pero también está el viejo adagio de que el enemigo de un enemigo es un amigo.
«Es un juego de suma cero», dijo Liam Kerr, estratega demócrata, a Politico. «Cualquier cosa que haga que se acerque más a los demócratas perjudica a los republicanos».
Por lo menos, los demócratas parecen felices de dar un paso atrás y dejar que los dos hombres intercambien golpes. Y hasta que abandonen esta lucha, es probable que el estruendo ahogue todo lo demás en la política estadounidense.
Pero no esperes que esta disputa termine pronto.
«A Trump le quedan 3,5 años como presidente», escribió Musk en X, «pero yo estaré aquí durante más de 40 años».
